La militarización de la nostalgia: el papel de las mini faldas en la guerra contra el terrorismo | Luna Arctica

Por Luna Arctica - octubre 12, 2017

–––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
Texto extraído de: Ajam Media Collective.
Autor: Alex Shams
Traducción al castellano: Luna Arctica.
–––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––

"Kabul, antes del Talibán"

En enero de 2017, Donald Trump anunció que los Estados Unidos extenderían la ocupación militar en Afghanistan, revocándose en la postura que había defendido durante años demandado una rápida retirada. En cambio, el país verá una continuación de esta guerra sin fin, una guerra que ha causado miles de muertes sin siquiera lograr ninguno de sus objetivos (entre ellos, la paz para la población afgana).

Ahora, da la sensación de que la guerra podría privatizarse enormemente (Trump ha mostrado interés en persuadir al Gobierno de Afganistán para que dé vía libre a las empresas mineras de EEUU para explotar los recursos naturales del país, por un valor $1 trillón americano). Al igual que el saqueo incautado de petróleo iraquí tras la invasión estadounidense de 2003, es difícil imaginar una forma más descarada de robo a mano armada.

¿Qué papel juegan las mini faldas en este contexto?

El consejero de seguridad nacional estadounidense , McMaster, mostró a Donald Trump fotografías del Afganistán de los años 70 en las que las mujeres llevaban mini faldas. Lo hizo para convencerle de mantener la presencia militar estadounidense en el país, según el Washington Post.

No es la primera vez que la forma de vestir de las mujeres afganas se usa para justificar la guerra. Ya en 2001, los republicanos tomaron el burqa azul impuesto por el Talibán como símbolo de la opresión de las mujeres. Continuando una historia de complicidad con el imperialismo, algunas feministas comenzaron a defender el uso de armas como la mejor opción para la liberación de las mujeres afganas, sin considerar, aparentemente, que bombardear un país y matar a miles de personas está lejos de lograr un camino hacia la libertad de nadie.

Al igual que los europeos que apoyaron la "misión de civilizar" propuesta por el colonialismo, la nueva generación de feministas coloniales se ha subido al carro para "liberar" a las mujeres afganas, sin considerar qué implicaría una liberación a punta de pistola.

Dieciséis años después, Estados Unidos sigue ocupando Afganistán, y las mujeres no son mucho más libres de lo que lo eran antes. De hecho, las pesadas tácticas americanas han aislado a grandes sectores de la población y potenciado la insurgencia del Talibán, que ahora se ha visto acompañada de la insurgencia del ISIS también. Así como hay puntos brillantes de progreso en el país, no se deben en absoluto a la ocupación estadounidense ni a su apoyo al gobierno central corrupto.

Entonces, ¿qué tienen que ver las fotos de las mujeres en mini falda con todo esto?

En los últimos años, los ensayos fotográficos pretendiendo desvelar cómo era Afganistán antes de la guerra han circulado enormemente, mostrando a mujeres y hombres vestidos con ropa típica de los años 70 estudiando en campos universitarios de Kabul, haciendo viajes a la montaña y, en general, paseando felizmente por las calles.

En general, estos ensayos van acompañados de descripciones sobre cómo la situación de las mujeres prosperó en los 60 y 70 bajo el mando de Ahmed Zahir Shah o su primo, que tomó el mando en un golpe de Estado en 1973, o tras la victoria de la Revolución de Saur de 1978, sobre todo previamente a que la invasión soviética de 1980 pusiera en peligro la resistencia militar a los nuevos líderes y EEUU empezara a apoyar al muyahidín afgano frente al ejército soviético. En ocasiones se habla sobre cómo EEUU mandó dinero, pericia y armas a los grupos que acabaron comprometiéndose con el Talibán y Al-Qaeda, señalando cómo estas políticas intervencionistas dieron lugar a un ciclo de violencia que aún no ha llegado a su fin.

Para los afganos, estos artículos son una forma de recordar el pasado en el que el futuro parecía prometedor. En las imágenes, Afganistán aparenta encontrarse encaminado hacia un futuro de modernidad, secularismo y desarrollo, un camino que fue interrumpido por la revolución, la guerra, la represión y la ocupación. Estos álbumes son una forma de considerar un futuro alternativo, cómo podrían haber sido las cosas si no hubiera sido por las intervenciones extranjeras, las guerras, el aumento de las milicias, la victoria del Talibán, etc.

Dados los numerosos problemas a los que se enfrenta el Afganistán moderno, no es sorprendente que para muchos de los afganos estas fotos representen algo por lo que sentirse orgullosos y esperanzados. Compartir estas imágenes es una forma de recordar un pasado que olvidamos a menudo, un tiempo que la guerra cambió hasta convertirlo en irreconocible. Para los afganos, esto no se trata solo de nostalgia; sino de recordar que así como Afganistán soñó sobre un futuro mejor en el pasado, también puede hacerlo en el presente. Se trata de permanecer optimistas y aguardar un futuro en el que el dolor de la guerra se haya disipado en el pasado.

 Como explicó Mohammad Qayoumi, que publicó uno de estos libros de fotografías: "Recordar el pasado esperanzador de Afganistán hace que el presente miserable del país parezca aún más trágico. Pero es importante saber que los disturbios, el terrorismo y la violencia contra las escuelas que educan a niñas no son inevitables. Quiero mostrarle a la juventud afgana de hoy cómo vivieron sus padres y abuelos realmente."


Defender "libertad".

Pero para el amplio público anglohablante, el punto de estos artículos no suele poder reducirse a los sueños de un futuro mejor, nostalgia o aprendizaje histórico (especialmente cuando uno considera los pocos artículos sobre este tema que han logrado ser virales). ¿Por qué a la población no afgana solo le interesa aprender sobre Afganistán cuando imágenes de mujeres en mini falda están involucradas?

El objetivo de estos artículos es sugerir que antes de 1980, Afganistán estaba en camino de convertirse en una sociedad occidental. Algunos incluso se dan cuenta de que, si EEUU no hubiera apoyado a los extremistas islámicos, se habría occidentalizado. Así es como estas imágenes se explican a Trump, sugiriendo esencialmente que no debería rendirse en Afganistán porque los afganos podrían "civilizarse" de nuevo.

Mujeres afganas atendiendo a la universidad en 1967

La idea de que estas fotos muestran un tiempo en el que "las mujeres eran libres" parece equiparar "la libertad de las mujeres" con las mini faldas. Este es, esencialmente, el mismo estándar, a la inversa, usado por aquellos que miden la libertad de las mujeres en función de cuánta piel muestran.

En lugar de definir la libertad de las mujeres en términos de derechos sociales, políticos y económicos (como la alfabetización, el acceso a la sanidad y demás), ambas posiciones reducen la "libertad" a cuánta piel se muestra o se deja de mostrar. Una fotografía se convierte en todo lo necesario para decidir que las mujeres son o no libres.

El problema no es que estas imágenes sean desacertadas. De hecho, algunas personas en Afganistán vivieron el tipo de vida que aparece en las fotografías. La cuestión es que esas personas formaban parte de una porción pequeñísima de la sociedad, la clase media de Kabul que disfrutaba el apoyo de un Rey que construyó una burbuja de prosperidad pero mantuvo al resto del país en la pobreza (en parte por la copa de 1973 y la Revolución de 1978).

Un grupo de mujeres y hombres sentados en una calle de Kabul el 25 de mayo de 1964

En 1979, al final de la era dorada de Afganistán, solo el 18% de los afganos estaba alfabetizado, y la edad media de vida apenas sobrepasaba los cuarenta años, muriendo la mitad de los afganos antes de alcanzar esa edad.

La afgana media no llevaba, claramente, mini faldas ni atendía a la universidad, como tampoco podían permitirse viajes lujuriosos a la montaña en coches importados. Quienes vivían esta vida eran una élite urbana muy reducida y un segmento de clase media de la sociedad mostrado en las imágenes de Kabul de 1970, una proporción que ciertamente no reflejaba las condiciones de la mayoría de los afganos.

Calle principal de Kabul en 1972

La omnipresencia de estas fotos y la idea de que representan la vida del afgano medio en los años 70 contribuye a la concepción de que solo cuando las mujeres se deshacen de sus hijabs pueden ser verdaderamente libres, que un Afganistán sin burqas equivale a un Afganistán donde todo está bien y se puede ser libre.


Pocos artículos mencionan que los velos eran comunes en la sociedad afgana, fuera de esa diminuta élite; o que, desde 2001, muchas mujeres afganas con velo han ido a la escuela, a la universidad y accedido al mundo laboral.

Estos artículos simplifican la realidad del pasado (que el Afganistán anterior a 1978 estaba enormemente empobrecido y que tanto la intervención soviética como la americana-muyahidí eran violentas y tenían consecuencias negativas para las mujeres) y presentan, en lugar de la realidad, que la sociedad afgana estuvo en su día libre de hijabs y que (¡debería!) volver a esa realidad.


Mujeres afganas en un rally de Habiba Sarobi, la primera mujer candidata a la vicepresidencia en la historia de Afganistán (2014, NYTimes/Adam Ferguson)

Esta narrativa no es solo manipuladora, sino además extremadamente peligrosa, puesto que se ha usado entre otras cosas para convencer a Trump de la lógica de mantenerse en la guerra de Afganistán. Esta narrativa sugiere que la desesperación que sigue abrumando a la sociedad afgana no está enraizada en la corrupción, la falta de oportunidades económicas, la destrucción de grandes areas rurales y urbanas, una guerra que ha matado a miles de personas o cualquier otra cosa relacionada con las realidades políticas, económicas o sociales que confrontan 35 millones de afganos a día de hoy; sino que se debe a la falta de mini faldas agraciando las calles de Kabul.

Nadie se pregunta por qué los americanos han fracasado incluso en reconstruir las calles durante los últimos dieciséis años. Mediante la focalización del debate en la ropa que llevan o dejan de llevar las mujeres, cuestiones más amplias respecto a los problemas a los que se enfrenta Afganistán se diluyen, y la discusión vuelve a reducirse a una simple dicotomía entre el Islam y la modernidad secular.
Meme usado por los partidos de extrema derecha europeos que busca mostrar la "islamización" de Afganistán e Irán, y eventualmente de Europa.

Es necesario apuntar que la militarización de la nostalgia no se limita a Afganistán, sino que también es común en el resto de países de la zona.

Pensemos en las fotografías de Irán previas a la Revolución Islámica, que se usan frecuentemente para representar un tiempo en el que las mujeres eran libres de llevar mini faldas, y por ende supuestamente "libres" en el sentido más amplio de la palabra. En Irán, del mismo modo, estas fotografías tienden a mostrar una visión distorsionada y limitada de la sociedad iraní. En 1979, menos del 1% de las mujeres iraníes iban a la universidad, frente al 55% de ellas que ahora lo hacen; y aunque había, ciertamente, bares y clubes en las ciudades grandes como Teherán, la mayoría de la población iraní vivía en áreas rurales, no llevaba mini falda y no iba frecuentemente a cabarets.

Lo mismo sucede con Iraq. Las fotografías de los años 70 suelen usarse para mostrar los tiempos previos a Saddam Hussein, la guerra, las sanciones y la invasión estadounidense. Pero las fotografías de mujeres en mini falda en Bagdad difícilmente reflejan la realidad de la mayoría de los iraníes, que vivían en áreas agrícolas en aquel momento; tampoco reflejan las políticas represivas del Estado baasista, que entonces estaban a la orden del día.

Pero en estos ensayos fotográficos no importan este tipo de estadísticas o detalles escabrosos. Estos ensayos raramente ofrecen estadísticas sobre la educación, el empleo, etc. Lo relevante son las imágenes: las mini faldas, el caminar libremente por la calle. Se nos ofrece, pues, un pasado que puede reducirse a la longitud de las faldas de las mujeres, dejando de lado el contexto y las condiciones en las que la vasta mayoría de las mujeres realmente vivían.

Así que, ¿eran las mujeres "más libres" en los años 70 en estos países? Depende de cómo midas su libertad, por supuesto. Pero la cuestión es que la presencia (o la ausencia) de mini faldas no prueba (o deja de hacerlo) la libertad de las mujeres o lo civilizado que está un país. El uso de estas imágenes para convencer a Trump de seguir ocupando Afganistán revela el peligro de esta sencilla analogía entre la forma en la que visten las mujeres y su libertad, así como la militarización de la nostalgia.

Esta nostalgia es peligrosa porque borra del mapa las desigualdades materiales y sociales que existían en el pasado y a las que necesitamos prestar atención en el presente. Estos ensayos fotográficos presentan muy a menudo una visión engañosa del pasado que toma la historia de la élite como representativa de la totalidad del país, eclipsando como consecuencia la realidad de los recuerdo de la mayoría de las personas y sustituyéndolas con una narrativa que iguala la libertad con la vestimenta y nada más.

  • Comparte:

TAMBIÉN TE PUEDE GUSTAR

0 comentarios