Entrevista a Mili Hernández: «La mera presencia de la librería abierta ya es una lucha.» | Luna Arctica

Por Luna Arctica - abril 01, 2017


Mar de Griñó y Mili Hernández en la librería Berkana.


El sábado pasado Marta Villena publicó en El País un artículo sobre Berkana, una librería madrileña de temática LGBT que este año celebra su vigésimo tercer aniversario. La intención del artículo era dar visibilidad a la campaña que Mili Hernández, una de sus fundadoras, ha creado en la plataforma GoFundMe con el nombre Salvemos Berkana.


La realidad es que con grandes librerías como La Casa del Libro o mercados digitales como Amazon, las librerías independientes están perdiendo clientela y, por tanto, fondos. Mili y Mar, las madres de Berkana, explicaban que la razón de la campaña es conseguir financiación para seguir adelante con su librería.


Después de conocer Berkana y su historia, de saber que no es solo una librería sino también un punto de referencia para toda la comunidad LGBT, no pude evitar acercarme para echarle un vistazo. Mili y Mar me recibieron con una sonrisa y mucha emoción: "Estamos desbordadas. Hemos recibido doscientos pedidos y ni siquiera tenemos tantas existencias."


Comentamos el problema de la competencia, y también que se está perdiendo la costumbre de leer. Les pregunté, entonces, si tenían un público joven. Cuando me enteré de que Berkana pasaba por un momento económico delicado y decidí difundirlo por Twitter, la mayor parte de las respuestas fueron de desconocimiento. Las más jóvenes no conocemos Berkana. "Intentamos movernos, pero la librería se está muriendo y los clientes habituales se mueren con ella", me dijo Mili.

Pensé entonces que si el problema de base es que las jóvenes que todavía leemos y estamos interesadas en la temática LGBT no conocemos la librería, la solución es tan simple como darla a conocer. Así, acordé una entrevista con Mili Hernández, para visibilizar Berkana y comentar temas como la despolitización de la lucha LGBT y la ausencia de voces femeninas en la lucha.


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«Los libros me ayudaron a deconstruirme como mujer
heterosexual y a construirme como mujer lesbiana
y feminista.»

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Luna: ¿Cómo surgió Berkana?

Mili: Berkana surgió como una especie de homenaje a dos librerías que me salvaron la vida a mí, que fueron Oscar Wilde, en Nueva York, y Gays The Word, en Londres. Yo viví doce años en el extranjero. En los ochenta, a principios de los ochenta, me fui de España, aterricé en Londres y después en Nueva York. Y esas dos librerías me ayudaron, por decirlo así, a ser la persona que soy. Los libros de esas dos librerías me ayudaron a deconstruirme como mujer heterosexual y a construirme como mujer lesbiana y feminista. Entonces, cuando decidí regresar a España lo tenía muy claro. Madrid no tenía librería gay, yo volvía del extranjero, y dije: yo pongo la librería gay que tiene que haber en Madrid. Pero claro, cuando vine aquí en el 93, no tenía libros ni clientes.

L: Y, entonces, en aquel momento, ¿cómo era la lucha LGBT? ¿Estaba a la orden del día, o no se hablaba de ello?

M: Qué va, por eso te digo que los gays y las lesbianas estaban en el armario. No, los colectivos estaban empezando a generar otra visibilidad que no fuera la lucha contra el SIDA. Porque en los 80, los colectivos sobre todo aquí en España, su lucha principal había sido el SIDA: campañas, prevención… El SIDA empezaba a conocerse, en el 85, 86, 88… Cuando atacó el SIDA a la población LGTB. Y los colectivos en España, tanto COGAM, como los colectivos de Cataluña, como los de Euskadi, principalmente trabajaban en temas de SIDA y prevención. ¿Qué pasó en el 93? Cuando abrió Berkana, se juntaron varias cosas: una fue que los colectivos comenzaron a hacer una serie de reivindicaciones diferentes a las que estaban haciendo; empezaron a trabajar temas como leyes de parejas de hecho. Ya en Dinamarca se había aprobado una ley en el 89, que fue la primera que se aprobó, y empezaron a fijarse en leyes como las de Dinamarca y a exigir a los gobiernos de turno unas leyes más amplias que nos protegieran más. Entonces es cuando en el 93 se presenta por primera vez a la prensa y en la universidad el proyecto de Ley de parejas de hecho de la Federación Estatal de Gays y Lesbianas y de COGAM. También surge esta librería, un año después empieza a generarse lo que es el barrio gay de Chueca. Además, nosotros ya a tope en los medios de comunicación, con la ley de parejas de hecho. Empiezan a surgir nuevos colectivos; colectivos que para nada arrastraban la herencia de los colectivos que estaban ya instalados. Colectivos que, el tema del VIH, sí lo trabajaban, pero no era su mayor objetivo; porque ya en los 90 se había relajado un poco… No, no es que se hubiera relajado, pero ya las administraciones públicas trabajaban el tema desde el Ministerio de Sanidad. Entonces empiezan a surgir nuevos colectivos en ciudades pequeñas como NOS en Granada, SOMOS en Sevilla… Y la Federación Estatal de Gays y Lesbianas también nació en el 92. Entonces, en torno a la Federación se aglutinan todos los colectivos… ¿Cuál era la pregunta?

L: Sí, te preguntaba que cómo era la lucha LGBT en aquel momento. Era una lucha política, ¿no?

M: Era una lucha completamente política, una lucha con unos objetivos muy claros; en este caso reivindicar una ley de parejas de hecho, que solucionaba muchos problemas, sobre todo a los gays y lesbianas que vivían en pareja. Y también generaba una visibilidad de la cuestión gay y lésbica. También pasó otra cosa: se empezó a reivindicar la Ley de parejas de hecho, surgió el barrio gay de Chueca, la manifestación que se cambió de fecha y de recorrido… Todo esto hizo que gays y lesbianas se animaran a salir del armario. Los colectivos en ese momento estaban creciendo, la gente se sentía identificada con la lucha… Había algo ahí que reivindicar, había algo palpable. Sí, sí; señores, igual que nosotros pagamos nuestros impuestos, también queremos nuestros derechos, ¿no? La década de los 90 al 2000, incluso hasta el 2005, fue la mejor época que han tenido los colectivos en España. Tenían un objetivo claro y además había cierta sensatez a la hora de reivindicar todos juntos, no como a principios de los 90 que cada uno iba por su lado. Se intentó aunar las fuerzas para luchar por objetivos concretos.

L: Esto te lo comentaba porque últimamente se habla mucho de la despolitización de la lucha LGBT, y se dice que el orgullo ya no es reivindicativo sino festivo…

M: Sí, sí, se ha ido de las manos.


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«La mera presencia de la librería
abierta ya es una lucha.»

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L: Sí. Entonces, ¿cómo crees que puede ayudar la existencia de una librería como Berkana al retorno a la lucha política?

M: Hombre, esta librería ante todo ha sido política. Ya el hecho de abrirla en la Plaza de Chueca, con esos cristales, con esos libros en el escaparate… Estaba claro que esto era una lucha política, siempre lo he enfoqué así, más que como una librería. Además, en mi librería han pasado muchas cosas: ha salido del armario gente muy importante, se han pintado las pancartas de muchas manifestaciones… Llegábamos ahí [señala el final de la tienda], extendíamos la tela por todo lo que era el largo de la librería… Además, esta librería es una herramienta de lucha. Todo lo que hay aquí, todos estos libros, todo lo que te cuentan… Te dan herramientas para luchar. Por eso me dolía tanto el tener que cerrar, porque creo que acabábamos con uno de los pocos bastiones visibles que hay. La mera presencia de la librería abierta ya es una lucha. El que los obispos odien los estudios de género, la Teoría Queer, a mí ya me vale. Os jodéis, pero aquí vamos a estar, vendiendo Teoría Queer y estudios de género a todo el mundo, ¿entiendes?

L: Decías que los libros son una forma de luchar políticamente por la causa LGBT…

M: Son una herramienta de conocimiento. El conocimiento nos da fuerza, nos construye, para poder seguir reivindicando, llorando, riendo… La lucha LGTB ha sido todo esto. Los libros nos dan las herramientas para poder conocer además nuestra historia, para saber dónde estábamos y dónde estamos, y no olvidarnos de eso.

L: A cuenta de esto yo te quería preguntar cómo crees que se puede abordar este tema desde la educación para fomentar la tolerancia.

M: Para empezar, una de las peleas que tendría que tener el colectivo ahora sería una pelea a brazo partido con los gobiernos de turno sobre educación y sobre la inclusión de todos los temas LGTB en el currículum de educación. Yo no quiero convencer a los niños cuando tienen dieciocho años y un poquito de uso de razón, no, quiero convencer a la gente desde pequeñita para que estos temas no sean “eso”. Porque todavía somos “esos”. Igual que esta literatura no es literatura; es literatura LGTB. La diversidad se tendría que tratar desde las escuelas. Es verdad que a lo mejor sí se logra gracias a los niños de familias homoparentales que están ya yendo a esos colegios. En los colegios en los que no se hablaba ni esto, han empezado a tratarlo, porque de pronto tienen un niño en párvulos que tiene dos mamás y los profesores lo tienen que explicar. Sí que es verdad que se está haciendo un esfuerzo, pero de los docentes, no de las administraciones públicas. Ahora mismo, el tema de la homosexualidad se tendría que tratar desde abajo, transversalmente, verticalmente…Hablar de la diversidad sexual, de la diversidad familiar, de gays, lesbianas, transexuales, intergéneros y un montón de cosas más. Esa es la lucha que tendrían que hacer los colectivos, pero es muy dura.

L: Vale, entonces… Si queda claro que la despolitización de la lucha LGBT es un problema, para volver a politizarla es imprescindible darle visibilidad de nuevo. ¿Cómo crees que podemos hacerlo sin mercantilizarla, sin convertirla en un producto?

M: Buf, difícil. Muy difícil. Ya le estamos dando mucha visibilidad porque este año se celebra el World Pride. Vamos a ver si somos capaces de visibilizar lo que no es el “chunda chunda”. Hay congresos, hay encuentros, hay actividades culturales, exposiciones… Vamos a ver si logramos visibilizar eso y que sea captado por los medios de comunicación.


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«Ya es hora de que las lesbianas
cojan la bandera.» 

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L: Otro problema que le veo yo a la despolitización de la lucha LGBT es que faltan modelos que la representen, sobre todo voces femeninas. ¿Crees que la lucha LGBT se ha convertido en una lucha exclusivamente gay, o mayoritariamente gay?

M: Sí, primero porque aquí tenemos un problema muy grande: que cogen el sillón y se lo quedan para toda la vida. A mí me parece vergonzoso que al frente de los colectivos de gays y lesbianas de España esté gente que tiene más de cincuenta años. Creo que a los jóvenes hay que darles paso. Entonces, como en este país cogemos el sillón y nos sentamos, queremos ser la única lesbiana o el único gay, eso es un problema. Y no hay espacio para la gente joven. Entonces, ¿lesbianas? Pues sí, tenemos un problema muy grande. El día que nombraron presidenta a Boti del Colectivo de Gays y Lesbianas de Madrid, dije: ¿no había otra mujer? Yo creo que tiene que haber otro perfil, otro discurso, otra historia, otra imagen… Ahora, ¿Quién es responsable de que las lesbianas no estemos ahí en la calle dando la guerra? ¿Son las propias lesbianas que no se quieren involucrar? ¿Son los gays que no nos dejan? Yo diría que, por una parte, son los gays que no nos dejan, pero también son las lesbianas, que no quieren implicarse. Es verdad que las lesbianas hemos sufrido menos la discriminación… En mi época, dos mujeres que vivían juntas pasaban desapercibidas, eran dos solteronas compartiendo piso. Dos hombres viviendo juntos eran "los dos maricones del quinto". ¿Eso nos ha beneficiado? Pues sí, a las mujeres sí. Hemos sufrido menos rechazo, menos agresiones, porque nadie podía imaginar que dos mujeres fueran lesbianas. Pero eso nos ha perjudicado también, porque nos ha hecho invisibles. Los gays, como al fin y al cabo son hombres, tienen más poder, lo viven de otra manera, también han recibido más leches. Así que cogieron la bandera y dijeron: adelante. Y a las lesbianas les costó más, es la doble discriminación por ser mujer y por ser lesbiana. Pero hoy en día, yo creo que ya es hora de que las lesbianas cojan la bandera. Pero claro, tal y como están establecidos los grupos, va a ser imposible. La FELGBT está en manos de hombres, COGAM está en manos de hombres… Es imposible que podamos dar otra imagen, otro discurso, si no cambian las cosas.

L: Justo sobre esto te quería preguntar. Sin duda el lesbianismo está menos normalizado y menos reconocido, e incluso hay países en los que, no sé si actualmente, pero al menos hasta hace poco, la homosexualidad estaba penada pero el lesbianismo no, porque no se reconocía.

M: Claro, en Inglaterra cuando se hizo una ley contra la sodomía, cuando les dijeron a los juristas que hicieran la ley, preguntaron: ¿y qué hacemos con las mujeres, con las lesbianas? Y la Reina Victoria dijo: ah, pero si eso no existe. Y no hicieron nada con las lesbianas.

L: Uno de los problemas más evidentes de la representación lésbica es la estigmatización que sufrimos las lesbianas en la pornografía. ¿Crees que esta imagen afecta a la normalización del lesbianismo y la bisexualidad de las mujeres en la sociedad?

M: No, yo no creo que una mujer lesbiana esté tan estigmatizada en el porno. Hombre, está claro que el porno entre mujeres es para satisfacer al hombre. Pero yo no me siento identificada con el tema de que el porno de mujeres está solo para el placer, yo siempre he pensado que los que necesitan porno de dos mujeres para excitarse son unos pobrecitos. Pobrecito que necesitas ver a dos tías en la tele para poder excitarte. Es que yo ya voy por encima de todo eso, ¿sabes? No, yo creo que lo que tenemos que buscar las lesbianas es nuestra propia identidad. Romper estereotipos, romper prejuicios y visibilizar todos los perfiles de mujeres lesbianas. A la única lesbiana que se ha visto hasta ahora era la camionera, la marimacho… Necesitamos más gente como Sandra Barnera… Una horda de mujeres lesbianas femeninas saliendo del armario. Porque todavía el grueso de la sociedad cree que la lesbiana es una mujer que todavía no ha encontrado un hombre en su vida. Y dices, ¿ya en el siglo XXI siguen pensando eso? Pues sí, lo siguen pensando. Pero a mí lo que me gustaría, que es lo que no se hace en el orgullo, es visibilizar todos los perfiles. Porque siempre sacan a las “musculotas”, a las mismas.

L: Antes comentábamos que los hombres en la lucha LGBT están más reconocidos, más visibilizados, que las mujeres. Se ha propuesto a raíz de esto que harían falta espacios LBT, solo de mujeres, espacios seguros. ¿Crees que son importantes, que hacen falta?

M: Sí, a mí me gusta más la militancia mixta, pero creo que para reforzar un poco a las mujeres sí que tiene que haber espacios exclusivos para mujeres. De hecho, a mí me jodió mucho que todos los bares de mujeres se convirtieran en mixtos; pienso que son necesarios. 

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«Si yo lo tuve un pelín más fácil que todas las
mujeres que vivieron durante el franquismo
fue gracias al movimiento feminista.»

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L: Vale, y ya por último… Me gustaría preguntarte qué podemos hacer nosotras desde la calle. Hemos hablado de medidas políticas, pero, ¿qué podemos hacer la juventud en el día a día, cómo podemos formarnos y seguir con la lucha?

M: Formándose y perdiendo el miedo. Es fundamental salir del armario, hay muchas formas de hacerlo, y una de ellas es militando y trabajando con mujeres. Y sobre todo formándonos. Conocer nuestra historia y ser conscientes de que detrás vienen otras, y que queremos que lo tengan más fácil. Yo siempre le daré las gracias a toda la gente que luchó antes que yo. Porque si yo lo tuve un pelín más fácil que todas las mujeres que vivieron durante el franquismo fue gracias al movimiento feminista en algunos momentos. Entonces, tener claro quiénes somos, por qué luchamos y seguir adelante para que otras lo tengan más fácil. Y sobre todo para que no volvamos atrás antes de que nos muramos… Hubo una época que pensé que ciertas cosas ya iban a estar garantizadas de por vida, pero a veces miedo me da. Necesitamos seguir luchando porque hay que estar alerta. Y para eso hay que formarse y seguir ahí.

L: Vale, pues ya está, muchísimas gracias.


M: ¿Ya está? Pues nada, cuando queráis.

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