Una única historia | Luna Arctica

Por Luna Arctica - marzo 23, 2017


Manifestación frente al Palacio Nacional de Ciudad de Guatemala.
Fotografía por Saul Martínez.

Hace unos meses escuché una TED Talk de Chimamanda Adichie, una escritora y feminista nigeriana, en la que hablaba sobre la problemática de conocer una única historia; es decir, de construir líneas de pensamiento basadas en conceptos erróneos por desconocimiento de otras culturas.

Con el avance de las tecnologías, este deja de ser un problema geográfico para convertirse en una cuestión de voluntad. Si una quiere informarse sobre la situación en Nigeria, puede hacerlo. Basta con buscarlo en Google. El problema de que nuestro discurso tenga una única perspectiva —occidental, hay que decirlo— se debe, pues, a que no buscamos las fuentes o no nos interesamos por hacerlo interseccional.

El ocho de marzo, el Hogar Seguro Virgen de la Asunción (Guatemala) amaneció en llamas. Un grupo de cuarenta niñas internas allí habían iniciado una protesta contra los abusos físicos y sexuales que sufrían en ese lugar. Durante la protesta prendieron unos colchones, desencadenando un incendio que acabó con la vida de todas ellas.

Sin embargo, estas muertes no se debieron tanto al incendio como a la negligencia del Estado. Desde noviembre de 2016 las internas y sus familias habían presentado denuncias de violencia sexual, maltrato de menores, indicios de una red de trata... Pero ninguna denuncia fue atendida.

Debido a un motín que había tenido lugar esa misma noche, en el que ochenta y cinco menores trataron de escapar del Hogar Seguro, las cuarenta niñas estaban encerradas en uno de los cuartos del centro. Allí fue donde realizaron la protesta y prendieron los colchones. No pudieron escapar y las autoridades tampoco hicieron nada por ayudarlas; ni siquiera permitieron que los compañeros que sabían dónde se encontraban las socorrieran.

Desde que esto sucedió, muchas twitteras hispanohablantes, sobre todo latinas, han hablado sobre ello. Sobre cómo no fue un suicidio colectivo, ni muertes debidas al incendio, sino un asesinato cuyo culpable es el Estado. Han hablado sobre la negligencia que conllevó este desastre, y de cómo una buena gestión de las denuncias podría haber evitado no solo el fallecimiento de las cuarenta chicas, sino además los abusos que llevaban sufriendo durante años. Sin embargo, esta denuncia apenas ha hecho eco en España. La manifestación que se llevó a cabo en Madrid tuvo una asistencia muy pobre y en las redes sociales muy pocas feministas españolas trataron el tema. 

Si cuarenta niñas hubieran ardido en cualquier país de Occidente, después de sufrir repetidos abusos sexuales, las feministas españolas habríamos hecho un seguimiento de la situación —como hicimos, por ejemplo, en la huelga de hambre de las mujeres de Ve-la luz en la Puerta del Sol—, o por lo menos habríamos convocado manifestaciones y protestas más efectivas. ¿Por qué no lo hemos hecho esta vez? ¿Qué ha impedido que esto se difundiera para organizar una movilización feminista en España?

Comentándolo con una compañera feminista latinoamericana, caí en la cuenta de que el problema no es que las feministas españolas no tratemos lo suficiente el machismo que se da fuera de España o Europa, sino que no escuchamos a las feministas latinas que sí lo hacen. Y, sobre todo, que no hacemos eco de su voz. Llegué a leer un hilo de Twitter en el que una chica se quejaba de que "nadie estaba hablando de lo ocurrido en Guatemala" mientras todas las cuentas latinas lo estaban haciendo. El problema es que ella no lo vio, porque no seguía a ninguna.

Como he dicho, lo primero que podemos hacer para solucionar este problema y poder hondear un poco más fundamentadamente la bandera de la interseccionalidad es escuchar a las feministas latinas. Y para ello, y ahora me dirijo directamente a la comunidad feminista de Twitter, hace falta que las sigamos. Que estemos al tanto de sus noticias a diario, como ellas lo están de las nuestras. Que, cuando se den casos como el de Guatemala, visibilicemos su presencia y hagamos eco de sus palabras, porque la violencia contra las mujeres debe ser protestada por todas ocurra en el hemisferio que ocurra.

La realidad es que nuestro discurso, el de las jóvenes feministas españolas, está compuesto por una historia única. Nos centramos en denunciar la violencia institucionalizada contra las mujeres en Occidente, dejando de lado a nuestras compañeras latinas. Si lo que buscamos es un discurso interseccional, debemos incluir su historia y sus vivencias en él; no solo las nuestras. Debemos hacernos a un lado y aprender a escuchar, a entender y a empatizar con ellas, porque también son el sujeto político de nuestra lucha.

Como he dicho al principio del artículo, esta es una cuestión de voluntad, no de geografía. Es nuestro deber como feministas, primero, aceptar que nuestro discurso peca de egocentrismo occidental; segundo, detenernos a escuchar la voz de las latinoamericanas y tercero, hacer resonar su situación.

-Luna.

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